Las razones por las que no deberíamos imponer más impuestos a la movilidad

Las razones por las que no deberíamos imponer más impuestos a la movilidad

Parece que en el tsunami recaudatorio que nos espera, el nuevo impuesto a la movilidad va a ser algo de importancia “menor”. Ante la eterna y cómoda (para la Administración) solución del incremento tributario, hemos creído necesario aportar algunos datos y razones desde el lado de la crítica y contrarrestar algunas otras elevadas desde el lado de los “propeajes”con poco fundamento. Sobre todo en un momento de crisis económica como el actual.

¿Por qué pagar más siempre? Los amantes de los público (no digo que yo no lo sea) siempre parece que deban estar de acuerdo con recaudar más. Es una especie de mantra que te identifica. Si no estás de acuerdo con que te suban los impuesto es que eres un... sí la palabra de moda de cinco letras. Y volviendo al mantra, nadie parece preguntarse por qué siempre estas subidas han de “ser correctas”. Así, creo que la pregunta es ¿siempre es correcto incrementar la presión impositiva?, ¿hasta cuando perjudica a los que supuestamente debemos ayudar?.

Las familias lo sufrirán. Este es un impuesto que finalmente van a terminar pagando las familias, que asumirán dos tercios del total de lo recaudado, según reconoce la propia Unión Europea. A algunas de ellas no les supondrá un gran esfuerzo. Pero a otras muchas sí les supondrá una merma de su movilidad. Se pensarán si recortar sus frecuentes desplazamientos a sus segundas viviendas, por ejemplo, máxime cuando también esperan que el precio del diésel acabe equiparándose al de la gasolina. La OCU o Facua, organizaciones -poco sospechosas de ser precisamente esa palabra de cinco letras-, ya han dicho que las personas desfavorecidas serán las más perjudicadas. Y algunas organizaciones políticas de la izquierda también se han opuesto por esa misma causa.

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