Dicen que lo importante no es cómo algo empieza, sino cómo acaba. Y, lo que a la altura de agosto parecía que estaba siendo un 2024 calmado para el área de Movilidad de Madrid ha culminado con unos intensos últimos meses. La anulación de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE), el adiós a los patinetes de alquiler y a las bicicletas sin base fija sumadas al inicio del gran soterramiento en la A-5, el caos de tráfico por las ampliaciones de las líneas 10 y 11 de Metro y el crecimiento de Bicimad han marcado un año de cambios. Algunos de ellos más esperados y bien recibidos que otros.
El primer mes del año comenzó con la entrada en vigor de un endurecimiento de la zona de bajas emisiones (ZBE) para prohibir la circulación de cualquier vehículo sin etiqueta no empadronado por las vías de la capital. Por estas medidas, el Ayuntamiento reforzó las ayudas Cambia 360 para la renovación de vehículos contaminantes y, así, paliar críticas de vecinos, empresarios y visitantes. A esas alturas era inimaginable que, nueves meses después, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TJSM) anulase, a petición de Vox, la ZBE por "no tener en cuenta sus consecuencias y el impacto económico sobre los colectivos vulnerables".
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